Big Bang

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Tener un sello distintivo y no sonar a nadie seguramente sea lo más complicado de conseguir cuando tienes un grupo de música. A su favor tiene eso, la personalidad inalterable (dentro de unos parámetros e influencias de las que cualquiera puede tirar), el ser tú mismo desmarcándote en muchos momentos de las comparaciones; y en contra, que para los que no son curiosos, esa falta de referentes son la causa de no dar una oportunidad a esas bandas que arriesgan por darle un toque distinto a su producto.

En ese aspecto, cuando escucho ‘Vacío’, el tercer disco de BIG BANG, me acuerdo de ESTIRPE: hay grupos especiales cuya imitación es imposible, y es el primer nombre que me viene a la mente. Con eso no pongo la propuesta del cuarteto de Barcelona al nivel de la banda de Mart, ni musicalmente ni en cuanto a trayectoria, pero sí que me vienen a la mente ciertos paralelismos en cuanto a esa inquietud por innovar y poner en problemas a los críticos a la hora de definir su música. ‘A Contraluz’ marca un inicio oscuro, lento, incluso complicado de digerir de entrada, tanto por el ritmo como por la angustia que impregna a la canción la interpretación vocal de Manuel Rubiales, alargándose la sensación caótica en el tema que da título al álbum, con el que continúan. ¿Y eso es algo negativo? Para nada. La influencia jazz está ahí, y mientras Francisco Rubiales le da un toque metálico en muchas ocasiones a las composiciones con su guitarra, es la base rítmica de Siscu y Frederic la encargada de mantener el peso de los temas.

El rock alternativo se deja notar en ‘Respirar’, la faceta más progresiva en ‘Vacío’, el jazz en ‘Sobrevive’, algo de funky en ‘Cerrar un Ciclo’, la línea de bajo de ‘Efímero’ es una delicia para los oídos, igual que el tramo final de ‘Danzarás’ con su solo de guitarra como desenlace… BIG BANG son una amalgama de sonidos e influencias cuya mezcla hace que pique la curiosidad de seguir descubriendo hacia dónde va su sonido en cada tema. Manuel se muestra desgarrador con su voz en unas crudas ‘Bajo El Sol’ y en la final ‘Donde’, y hago hincapié en él porque es de esos vocalistas que más que cantar, interpreta sus canciones. El aire dramático se acentúa en cortes como ‘Respirar’ y ‘Al Partir’, pero todo dentro de unos límites en los que cada componente, sin intentar sobresalir sobre los demás, consigue captar nuestra atención. Pasado el choque inicial (sorpresa incluida, si no los conoces), la escucha de ‘Vacío’ se convierte en uno de esos pequeños placeres que te da la vida de vez en cuando.